Me gusta la visión transpersonal
de observar con compasión y desapego los entresijos del ego, comprendiendo el propio programa con
todas sus ramificaciones, así como entrenando la consciencia hacia la atención
plena a cada momento en el que éste se manifiesta. Es decir,
ejercitando la presencia ecuánime en todo instante.
El
tener en cuenta una reprogramación, con la identificación de cualidades
positivas y el refuerzo consiguiente para reprogramar un ego afligido, pero
desde un enfoque transpersonal. Se trata de incrementar la atención sobre la
propia persona, es el “darse cuenta” progresivo que subyace en el desarrollo
Transpersonal.
La
apreciación de que las personas con mayor nivel de autoestima tienen mayor
capacidad, incluso para el amor. Por el contrario las personas con bajo
nivel de autoestima, no prestan atención a las necesidades personales y con
frecuencia se humillan. El amor es la ausencia total de miedo, y en realidad,
lo que experimentamos es nuestro propio estado de ánimo, proyectado sobre una
pantalla a la que denominamos el mundo, que en realidad es el reflejo de
nuestros propios pensamientos y sentimientos. Tenemos el poder de determinar lo
que percibimos y lo que sentimos, por tal motivo al reentrenar nuestra mente,
aprendemos a usar la imaginación de manera feliz. Los miedos y sentimientos de
culpabilidad que venimos arrastrando en el pasado bloquean nuestra capacidad de
dar y recibir amor en el presente.
La baja autoestima surge con la no
aceptación de uno mismo que es lo mismo que no reconocer y admitir todas
nuestras partes, tanto las deseables como las indeseables.
En general las personas con baja autoestima, puede decirse que han sido
víctimas del rechazo de padres, maestros, hermanos, amigos...Casi todo viene de
la infancia. Bien porque los padres están atrapados en sus propias dificultades
que les impiden brindar calor, amor y aceptación primero a ellos mismos con lo
cual, de rebote, a sus hijos… y también por tener expectativas altas.
Iremos viendo herramientas pero aquí va la película de Louise Hay que nos puede ir ayudando... cuando tengas un rato!